... Pero me gusta (me ruborizo al pensarlo y al escribirlo) el final, después de las segundas vistosas estrellitas en número de tres. ¡Qué modesto soy y qué orgullo de ser tan humilde! También los amanuenses somos microcosmos del total.
Aclaro que me gusta porque la persona, el sujeto, el individuo, etc. no aparecen por ningún sitio, y su estatuto no ha sido fiado a ningún Poder sucedáneo (CIA cósmica o Dios patriarca). No le queda al antaño prestigiado (ego est) más que las funciones negativas y sin brillo. Fundamentalmente la de husmear entre las inscripciones de otros, aunque ya sin esperar nada de esta ocupación arqueológico-detectivesca.
No se menciona ni que el cuerpo duele. Qué le han de importar esas cosas a los otros!
10/06/09
Intertextualidad
Las verdades dependen de la voluntad, representan un riesgo asumido. Contra lo que sostiene W. la voluntad sí que producto efectos mundanos, sin que los límites del globo se inflen y aumente su colorido. Han cambiado los hechos, puede que la coloración y tono vital no. Queremos creerlo, sostienen los abúlicos. Pero de todas formas 6.43 del Tractatus… plantea un problema obsesionante, existencial. Terrorífico. ¿Cómo va a decir uno que su vida ha sido maravillosa? Duelen mucho más las palabras que los golpes: cuando el ánimo se encuentra demasiado estragado.
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Lo que escribo tiene el valor de la base de datos colectiva en la que se incluye.
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¿Intelecto agente? Para nada. La memoria de una máquina, los desvelos de un intérprete, la pesadez de un erudito, el olvido de Dios.
Publicado por MLL en 5:47 PM
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