Vigilante en selectividad. Una experiencia a-lu-ci-nan-te, en todos los sentidos. A pesar de ser yo vigilante no hay que repetir las pruebas. Que el mundo siga.
Por la tarde pienso que no todo está perdido: al ver los libros alineados en sus estantes, y las largas colas formadas, no puedo vencer la repulsión. No todo está perdido: al preguntarte para qué toda esta industria de la letra y de la simulación de que a alguien le interesa la letra.
De M. Mann: El lado oscuro de la democracia; Cuatro historias de la Republica, también. Casi dos mil páginas en total, al cabo de los cuales la cantidad de estupidez de la materia no habrá variado ni un mínimo. He ahí la eternidad.
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