1 de septiembre de 2009

Vuelta al trabajo

Cabeza para nada despejada...

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(Yo mismo)

Una máscara cínica para aquello que ignoro. Ipsum existere (?).

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Pensar me cuesta un mundo: si algo pasa por mi cabeza y se resuelve, no soy yo quien lo efectúa. Para pedir orden encima!

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Se toma una de las proposiciones y se la pone delante como si de un prisma se tratara. Afortunado sería yo si, reconociendo y haciendo mías algunas de sus facetas, fuera feliz por aquello que he logrado.

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No me preguntan que cuál es mi virtud y yo les respondo que creo que, realmente y pese a todo, no se puede decir que yo no sea generoso. No sé por qué pero me parece que no les convence mi respuesta de dobles negaciones que no afirman por completo... pese a todo.

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Para qué vamos a negar que nos sigue haciendo feliz el descanso cuando alguien nos saca del río, o nosotros mismos, y descubrimos en nuestras manos temblororas un minúsculo gramo de oro. El fango y la humedad han valido la pena.

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Aunque quizás me equivoco y denomino felicidad al descanso mismo, llegue o no merecidamente.

Porque yo no sé cuál es el oro que pueden sacar los pobres ni de dónde. Tampoco quién les hizo alberga esa esperanza detrás de la cual dilapidan sus años y salud.

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