El nihilismo que afirma a Dios afirma una nada que somete a la vida a la constricción de un orden heterónomo, impuesto a la voluntad por una voluntad que tiene miedo de sí misma. El nihilismo que puede surgir de la muerte de Dios es el de una voluntad que se afirma a sí misma desde su propia voluntad de ser.***
Aquí hay otro nihilismo, el de la opinión pública y los buenos ciudadanos receptores.
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Ulises, nadie, la nada, según Pessoa:
El mito es la nada que es todo./ El mismo sol que abre los cielos/ Es un mito brillante y mudo/ --El cuerpo muerto de Dios,/ Vivo y desnudo./ Este, que aquí aportó,/ Fue por no ser existiendo./ Sin existir nos bastó./ Por no haber venido fue venido/ Y nos creó./ Así la leyenda se escurre/ Hasta entrar en la realidad,/ Y al fecundarla escurre./ En bajo, la vida, mitad/ De nada, muere.
(O acerca del oxímoron como recurso pessoano; estudiado por Roman Jakobson, mencionado por D. Pujante en su Manual de retórica.)
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