Al presidente del Gobierno -hoy en cierto modo lo es-, Tejero le apoyó la pistola en el pecho y le gritó: «¡Cuádrese!». Era la orden de sumisión del plomo contra la voluntad popular. Suárez entonces éramos todos, hasta los bebés. No sé si se cuadró, pero el «todo el mundo al suelo» no quiso escucharlo nunca. Jamás se tumbó. (M. Jabois, en El Mundo, hoy)
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