Lo malo de un arquitecto de los de ahora, o de hace ya un siglo: que albergue ínfulas de ingeniero social; lo peligroso de un ingeniero social, que contenga en su mente intenciones de arquitecto; lo pésimo: la reunión de los dos personajes en uno solo: el político. Casi dos sentidos idénticos en una mismitísima referencia. Para que digan que Frege no vale.
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