Busco un maestro, se dijo el joven que huía de la ciudad, hastiado de sus lujos y falsedades. Al encaminar sus pasos extramuros, aquel día claro de primavera, no sabía aún que Diógenes expresaba un deseo similar mientras paseaba por el campo, por caminos de tierra, a la vera de casas ruinosas, preguntándose si acaso seguían allí los dioses de Heráclito.
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