La exuberancia y regodeo verbal de Jesús Pardo, su pulsión neologista, no obstaculizan mínimamente, a mi entender, el valor testimonial de su trilogía memorialista. Querer fiarlo todo a la fragilidad del recuerdo, con simultánea voluntad de coherente sinceridad, son como factores que ponen en valor, ahí va eso, su ciclo autobiográfico, como uno de los más significativos, y en algún aspecto, impar, de la España de nuestros días y de los días apenas pasados.
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La retórica construye un espejo de esperpento para el sujeto y el objeto de la narración (el yo y sus circunstancias)---
Nadie se salva de la inquisición, de un testimonio verídico más venenoso que la ficción.
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