16 de enero de 2014

El líder se nos ha hecho machadiano

Rajoy, optimista, ha concluido así su intervención: "Sé que si perseveramos, desde la solidez de nuestras convicciones y la firmeza de nuestros principios junto con el resto de los europeos en ensanchar los caminos de la libertad, la justicia, la cohesión y la solidaridad, los europeos tendremos por delante un mañana colmado de días azules y soleados porque ni el mundo ni nosotros podemos prescindir del proyecto de integración europeo". (El País, hoy)
La única diferencia es que Don Antonio era un español noble, perdedor y trasterrado, aparte de inmenso escritor, mientras que el presidente pasará a la historia, seguramente, con el mérito de haberse cargado la clase media en España, en el mejor de los casos, aparte de haber resucitado lo más cutre de la España cañí y haber pergeñado un gobierno difícilmente más mediocre y sectario. Y eso que venimos del gobierno de Zapatero, que el listón ya lo puso alto. Y que se marchó a contar nubes.

En cuanto al contenido del fragmento, me declaro, honradamente lo diga, incapaz de saber qué es lo que puede significar.  Igual el fallo está en mí. Lo achacaré a la gripe, o a mi falta de inteligencia.


... Y pessoano, también. Con lo cual el discurso, o esa parte poética y humanista, se ha perpetrado con plena intencionalidad. Pero conocemos, desde Platón, que el mal a sabiendas es preferible al mal que comete el necio... Las referencias a Kant y Saramago, nada más y nada menos, apuntalan esta ideología o mística paneuropea integradora. Ineludible pensar en los fastos que se preparan en Kakania, en el ciclo de Musil. Sólo que aquí a nuestro modo nacional y escopetero. Me estoy viendo, intérprete fiel, agarrado al banco del palabraje rajoyano, a fin de ver si entre la hojarasca se encuentra alguna rama, entre el vacío presunto una sustancia que no sea estupefaciente. Pessoa, hum, no me había dado cuenta. Dame chocolate, baby, pero no de Montevideo.


La mención del filósofo alemán y del escritor portugués nos incita a pensar en su común interés por la luz, la emancipación, la fuga de la caverna o de las cavernas. Nada sé del Nobel luso, excepto lo que me cuentan. Algo más, por oficio y antigüedad, de Kant. Con eso me basta, provisionalmente, claro, para sospechar de su presencia en el discurso ( homenaje  de despedida, reconocimiento y premio a Durao Barroso) del neoliberal Rajoy. El cosmopolitismo queda muy bien, pero no cuela así como así. Los habitantes del mundo de la competitividad no son los mismos de la potencial y pacífica Cosmópolis kantiana. En la selva económica que nos ha de salvar, dicen, no cabe mucho de la dignidad de los hombres ni escatológicas seculares de ningún signo. Por cierto que el premio al político portugués se acompaña de de 45000 euros. Así los versos son más soportables. Ni en un acto protagonizado por la idea de Europa, ilustrada y humanista, debe olvidarse el principio que rige el mundo.

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