No tengo ganas de nada. O sea, que tengo ganas de no hacer
nada. Se llama descanso, ¿no? Aunque lo tememos por su parecido con la muerte.
Lo único, o de lo poco, que se saca en positivo de las
depresiones es el gustos renacido por la prensa de papel. El olor del
periódico, las secciones obligadas, las columnas, los escritores que escriben
en el diario y descienden a la tierra… hasta los periodistas nos parecen
humanos.
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