En el libro de Elías Díaz, Pensamiento español (1939-1975)*, se incluye una mención personal a los primeros momentos de la introducción del positivismo lógico en España, durante sus estudios en la Univ. de Salamanca, en el primer lustro de los 50 (pp. 140-141). Tierno Galván fue el responsable de la buena nueva, y de la traducción del Tractatus de Wittgenstein. Después, no mucho, Aranguren aplicaría el patrón analítico a las cuestiones éticas. Me llama también la atención una nota al pie (p. 145) del mismo E. D. que se refiere a Miguel Espinosa, "discípulo" de Tierno Galván, y colaborador en los Cuadernos salmantinos... La alusión al mandarinato, por parte dle autor murciano, se anticipa a su genial novela de los 70. Supongo que una obsesión personal, o frustraciones. Vaya Vd. a saber. Todo y nada. Digo todo esto, iterando fechas y nombres, porque no estoy nada seguro de que no hayan, hubieran, hayamos, hubiéramos salido los españoles (¿puedo hablar en primera persona del plural?) de un marasmo político y cultural (la escolástica más integrista, por narices, en las Facultades de Filosofía) para, al cabo del tiempo, y a raíz del colapso económico, volver a otro, en que se pida directamente el final de la Filosofía, por caquexia social, pereza o servidumbre voluntaria. Ya se solicitó esto, c. 1970. Ahora, entre la religión neurobiológica y cientificista, la situación socioeconómica y los ritos de lo virtual y la tecnocracia, etc., etc. no es que tengamos que huir de la escolástica. Es que esta misma, al fin y al cabo un reflejo pálido y polvoriento de la verdad, un desvaimiento del ser y del pensar, la misma y vieja síntesis ha tenido que salir por piernas.
*Edicusa, 1978.
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