3 de febrero de 2012

Discurso del método

No entiendo los argumentos cartesianos para la demostración de la existencia de Dios--- no entiendo que un genio de la matemática como el pensador francés ofrezca en el mercado de las ideas tan averiadas mercancías. Pero sí que tengo claro que no engañó a quien debía: a las iglesias. Aristotélicamente frágiles, las vías tomistas resultan mucho más transitables y plausibles que la logomaquia del descreído abogado.

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