Destrúyeme alguna vez, en uno de estos actos de indiscutible sufrimiento que se pinta en mi cara. Quiero morir muy despacio, al paso del licor sagrado que tú remueves en vasijas intemporales. Mátame lento, después de que nos hayamos dado la mano igual que comulgantes de una fe- en el sol y en el agua azul, en los caminos y en los hoteles dudosos---
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