... no lo entiendo, pero le perdono lo de gourmet si me cuenta lo siguiente:
Para rematarlo, y durante una buena hora larga, somos los únicos desmochados. En la barra cuatro señoritas chinas, muy ricas, francamente, de Nueva York, hablando de sus cosas y bebiendo Perdita Durango como yo. Aparte de este coro, necesario, de una felicidad violenta, el 41º es un bar de parejas. ¡La pareja es un tema! Y este bar su puerto. Un puerto, he conocido un puerto. Con el que vengas, o ya te fuiste a la cama o te irás. En la mesa del fondo hay un par de lesbianas de Rotterdam que lo han entendido perfectamente. A bocados. Qué bar, qué lujuria, qué destino.
¿Que quién soy para perdonar vidas? Nadie, pero de la peor especie. Alguien que te lee y se cree (pequeño dios) con derecho a juzgarte por dentro. Basándome en lo que te traicionas, en lo que escribes.
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