13 de septiembre de 2011

Platón

La felicidad renovada del lenguaje platónico. Días extraños, verdaderamente extraños. El mar sigue analíticamente azul y otoño debería, según la síntesis acostumbrada, dejar caer sus hojas.

***

(El Algarrobico, ¿obra truncada?)



Hay algo demoníaco en querer destruir las obras de los hombres, aunque éstas se hayan originado en un error o en corrupciones.

Como las pirámides, que son la Idea del ateniense hecha piedra (los errores, en este caso la concepción de una vida eterna, son abstractos o sólidos). La Dialéctica hegeliana transforma la pirámide en río. Es decir, en tiempo, que es de lo que se visten los fantasmas. Luego en nada, envés del ser (tal se decía en París en la portada de un libro, antes y después de una de las guerras que asolaron).

No hay comentarios: