La primera, o el crusaíto: Quizás tendría que ocurrírsele a uno de estos opinantes, ciudadanos contribuyentes o tertulianos expertos, que valorar el trabajo de otro, por ejemplo un docente como el que está aquí a los teclados, constituye la manera más mejor (sic) de exigirle, porque le estás diciendo ojo, que te pongo el listón muy alto. (Qué ingenuo sería si esto me lo creyera!)
La polémica de las dos horas más: conozco más de un docente, que puede ser un desastrosos desordenado como yo, que no le queda otra que escribir un blog porque no pone orden en ninguna de las desvaídas esferas de su existencia, o la persona más metódica y previsora, al modo de un jefe que yo me sé, conozco más de un docente, digo, que sin salir a los medios a buscar el beneplácito de la afición, y en comunidades donde según sindicatos y gobierno NO hay recortes, no tiene ninguna duda en dar no dos, sino tres horas más. Pero no por sagrada vocación, sino porque, y me refiero a mí, me daría vergüenza (me da) que me salga un churro cuando intento explicar a Platón, por ejemplo. Hay personas a las que los opinantes de una u otra laya se la rexudan (de Rexona pero en otro ámbito), pero a mis filósofos que no me los toquen, eh! Yo por mis filósofos ma...to.
Dos, el briquindáns: Convendría que las puertas de los centros estuvieran abiertas, y que los opinantes asistieran de forma obligada. Luego nosotros podríamos ir a sus mesteres tamién.
3 comentarios:
Lamento decirle que ha confundido el orden de los títulos de las proposiciones.
No vale la pena sulfurarse, la mayoría de estos opinantes son con perdón o sin él unos mostrencos.
Anotado queda, sr. JF.
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