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29 de agosto de 2011
Por qué no creemos?
Debería ser evidente. Quien encuentra demasiado arduo el camino racional, en el sentido trágico de que por mucho que lo intente ha de morir y sus empeños no acabar en nada, quien a causa de eso tiene que salir de la frustración erigiendo una creencia... ese mismo ha inventado una religión. Y si esta, a su turno, se vuelve demasiado exigente, no queda otra que instituir las Facultades de Teología y establecer, con plena desfachatez, que la razón filosófica, que en sus mejores frutos es cínica y escéptica sin necesidad de encarcelar a nadie por sus opiniones disidentes, tiene que limitarse al trabajo de criada de los doctores de los creyentes. El mundo al revés. Alguna vez, con el paso del tiempo, un teólogo reconvertido no tendrá más remedio que aceptar el sinsentido de cada una de las proposiciones de la teología Natural. La revelada quedó, eones ha, para las criadas y soldaditos que entretienen sus tardes de ocio en los paseos y las plazas de las ciudades muertas. Entonces, el teólogo heterodoxo (de todo menos del punto de partida en la fe; esto es, en la sinrazón) da en descubrir un mañana de la humanidad científicamente orientado: administrado por los sociólogos y otros expertos, los ingenieros de toda laya y los tecnólogos similares suministran a su turno debido los nuevos fetiches a los que rendir culto.
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