Yo era un pésimo estudiante universitario, y lo seguí siendo después, aparte de desgarbado en el andar y en el vestir. Me perdía además en las calles de la ciudad del último reino, que he ido adoptando con el tiempo y casi sin querer como mi alma mater espiritual. Así que me llaman la atención las judíadas que se gastaban en la filosofía académica durante el franquismo, opus dei o diavoli mediante. Esto no pasará ahora, seguro, dada la infinita honradez que ha adquirido el pueblo español en general. Infinito es poco. Divina honradez, es mejor.
El informe Garrido.
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