Si me dejara llevar por un arrebato de sinceridad (aunque hasta mis arrebatos son tranquilos), contraviniendo por una vez mi costumbre de que en estos papeles virtuales que escribo desde hace cinco años no transparezca nada de mí, tendría que confesar que desde los treinta y cinco en adelante fui presa de la abulia. Quería pero no quería, fui asaltado por cantos de sirena, cometí errores, me dejé llevar de las buenas intenciones, hice el mal. Tengo tiempo, fundamentalmente mi única riqueza material es tiempo, para pensar en estas cosas. Ahora, con diez años más, intentamos construir en tierra devastada. Fiándome en las buenas intenciones de siempre, sin saber si volveré a cometer los mismos errores.
¿Creerás que por una vez estoy diciendo la verdad?
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