Pregunta: ¿Qué filósofo estuvo en la base del nazismo?
Respuesta: Ninguno.
¿Seguro?
¿Nietzsche?
¿Platón?
***
Me pregunto si la determinación onto-teo-lógica de la metafísica, oculta en esa pregunta tan ingenua (¿por qué hay algo en vez de nada?), esa historia destructiva del ser que empieza en la doctrina platónica de la verdad (un quitar velos que para algo estaban, el surgir a la luz desde las sombras y la poesía), y se radicaliza en la positión del ego cogitum (ergo ego sum res cogitans) como subiectum en el saber en tanto mathesis postcartesiano, si toda esta preterición del ser en aras del ente, que ha de culminar en autodestrucción (nihilismo como nada efectiva, y ya no más una mágica resurrección en el tercer día de la negación de la negación) y en la explotación masiva de la tierra y hasta de los mismos hombres, que ya no habitan más en el espacio abierto del autónomo reino de los fines o, por lo menos, en la razonablemente acotada sociedad civil de los ingleses, y ya a partir de entonces en la situación real del lager (asiático o europeo, left or right) o en el miedo de un futuro que vivifica fantasmas olvidados, si toda esa tragedia exenta de grandeza y poblada de ridículo sangriento exonera en alguna medida de sus responsabilidades verbales a H. el germano y a su grandfather N. el polaco.
Me lo pregunto, aunque a mí esto, que no soy más que un publicista arrabalero (con la misma desvergüenza del perro joven que me ladra), no me interesa lo más mínimo, y sí la adquisición de un nuevo libro: el de los Aforismos o Adagia de Wallace Stevens, pues observo en los pensamientos del vate norteamericano una semejanza conceptual con la agnóstica proclamación de Witt. cuando localiza fuera del mundo aquello que merece la pena. Esto es, la belleza y el bien. Aquello que redime el mundo del dolor que van tendiendo los relojes.
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