21 de marzo de 2011

Cartesian@ (La ciudad y los perros de la noche)

Hace tiempo que no me visita el sueño de la ciudad en ruinas, el lugar de calles oscuras y plazas peligrosas al que estoy destinado. Encontré, me parece que en esta ciudad real, un libro. Leí dos páginas nada más. Ni eso. Un par de versos, un aliento muy dulce en sus palabras. No lo recuerdo bien. No sueño mi ciudad real, pero a veces me resulta igual de tenue. Siento ahora un nudo en la garganta, por esas páginas, frases, versos, no lo sé, hechas de luz, en una noche como otras de una ciudad existente.
 
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Sí, yo mismo soy, el que ves, quien escribe de estas materias que son tuyas y mías, y que por ser de todos no son de nadie. ¿Quién soy yo? Nadie, un espíritu exiliado, una nada con voluntad, resistente y honesto.

Lo que se es no encaja en lo que se escribe, pero el ser y el texto se buscan. Poseen puntos de contacto, centros de interés común. Ahora mismo me creo que nací para escribir. Lo sé desde que tenía ¿9?, ¿10?, años. Nací para ser pobre, para que TÚ me leas, aunque no siempre me comprendas y desees huir. Vine para soltar una frase, como quien arroja una piedra molesta, de la que se avergüenza en cuanto se queda la mano libre del peso de su acción.

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