Viviendo como vivo, entre libros y silencio, olvidado del mundo y olvidándolo, dedicado nada más que a esta obra paciente, tan paciente que a veces me desespera, no te tienen que extrañar, amigo, que las mismas palabras, de ordinario tan confortables, se resistan y hasta se burlen de mí. Las palabras sueltas, quiero decir, los signos puros, porque hacia las que salen de la boca de mis hermanos, esos desconocidos, he aprendido a no guardar más que desconfianza.
Escribo frío, y el acto de escribirlo, el signo escrito, el significado reconstruido, toda esa magnífica secuencia comunicativa me reconforta- con un calor sucedáneo. Aunque en ocasiones escribo frío y el mismo signo ya me daña. Frío. Estoy helado.
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Pararte a pensar mientras hablas, qué desastre, qué torpeza... Prohibido contradecirse, prohibido moverse en círculo. ¿Le roi Descartes está abjurando de lo segundo?
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Dejar el tabaco. Radical.
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