11 de febrero de 2011

Pensamiento discursivo

Estás sentado por la tarde. Una luz suave y silenciosa, que viene de algún lado, entra oblicuamente por la ventana que tienes a la derecha. Callas tú. Nada más hace ruido. En la mesa, delante de ti, están los eslabones. Sueltos, no como debieran. Tienes tú que formar la cadena, efectuar las deducciones correspondientes. No llegas. Llevas así varios meses. A veces piensas que existe en el problema un vicio de principio. Piensas, las veces complementarias, que la grieta está en tu inteligencia. Cuando eres más mesurado, lo que sucede también, las pocas veces que restan, consideras lo difícil que es ser juez y parte en los asuntos humanos, la fatal contaminación del pensamiento claro por eso que según la moda nos humaniza más: las emociones. A mí no me humanizan. Mi pobre inteligencia se reflejaría como en cristal en una voluntad firmísima, si no fuera por el impulso rastrero de las emociones. Me hacen caer en mi dignidad, avergonzarme, me tiembla la voz, soy más feo (aunque esto ya iba de antes), de una estupidez de escarabajo. Sé que no es así. Te puede poner el azar en presencia de alguien que debería sufrir de lo mismo. Pero el menoscabo no aparece en su piel, y no tiene por qué aparecer en la tuya. Él no pierde, tú no pierdes. Lo que desde fuera se observa es otra cosa, un sufrimiento, si me apuras, que sí que se muestra en las facciones y en el tono de lo que escribes, aunque sean frases mínimas o una enumeración del desaliento. Pero diciendo así, escribiendo así, puesto que dices verdad, se te respeta, y nadie que te mire con ojos puros podrá ver nada diferente. Tu tristeza es ocasional, un accidente de tu persona. Tú seguiras después, con lo que vale y permanece. Yo sé que nada pierdes, y puesto que eso mío (mis heridas supuestas) soy capaz de verlo en ti (a nadie en el mundo le importa de quién estoy hablando), nunca dejaré de agradecerte que me hayas prestado esa ayuda.
Atentamente.

***

Darán frutos los almendros, tras las flores. Con el tiempo y el sol que abrasa. Vendrán hielos futuros, y tras ellos los deshielos. Volverán nuevas flores, en valles recónditos, poniendo dulzura en los labios sedientos.

2 comentarios:

JOSE´ANTONIO dijo...

OTRO BUEN COMIENZO,DE OTRO BUEN CAPÍTULO ,DE OTRA -YO LA LLAMARÍA-NEO-NOVELA.
NO DIARIO...
PESSOA O UNAMUNO?
BORGES?
PIENSO HASTA EN JUAN RAMÓN JIMÉNEZ..
PERO MI IGNORANCIA ES TANTA EN MATERIA LITERARIA..QUE AFIRMO DE NUEVO :OTRO BUEN COMIENZO PARA OTRO BUEN CAPÍTULO..

Martín López dijo...

Me abruma Vd. Yo nada más sé que escribo porque mi vida es un deasstre, y lloro por un ojo, sin razones...