6 de febrero de 2011

Juan Gelman

En Magazine Digital:
... ese día un grupo de tareas de la dictadura militar argentina secuestró en Buenos Aires a mi hija, Nora Eva, a mi hijo, Marcelo Ariel, y a mi nuera, María Claudia García, que estaba encinta de siete meses. Los llevaron a un centro clandestino de detención. Semanas más tarde asesinaron a mi hijo de un tiro en la nuca. Localicé su cadáver muchos años después, sus restos estaban metidos en un bidón de grasa relleno de cemento y arena, que habían tirado a un río. Lo de mi nuera fue un secuestro de vientre, a ella la dejaron vivir un poco más, hasta que tuvo su bebé y pudo darle la mamadera un par de meses, luego también a ella le pegaron dos tiros, uno en la barriga. La niña fue depositada en una canastita en la puerta de una casa donde vivían un militar uruguayo y su esposa. Era un regalo de Navidad. La vi por primera vez en el 2000, en Montevideo...
(...)
Hay un desprecio enorme, más incluso que rabia, en la voz oscura de Juan Gelman cuando cita el nombre del teniente general Jorge Rafael Videla, el golpista que presidió la sangrienta y salvaje dictadura argentina (1976-83)...
La ética tendría que empezar así, aquí, en este silencio que no consiste en olvidar el crimen, que consiste en la abstracción de ciertos seres, en el depósito de confianza que nos otorgamos una vez que prescindimos de su pesadilla. Sin esta indiferencia no sale el sol.

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