1 de enero de 2011

Se acuerdan de

Otro siglo.

***

Pues yo me acuerdo de una tarde-noche pegando muñecos de papel, que algún insensato quiso descabezar, y también de que al unísono se pensó que más bajo no se podía caer. En eso estábamos equivocados, puesto que cocinamos (de aquella manera). Quiero creer que esa tarde-noche fui feliz. Porque nada buscaba.

... Pero yo en secreto leo a Wittgenstein, eh!

1 comentario:

Susana dijo...

Regalar tu tiempo para una buena causa es motivo para estar feliz.