7 de noviembre de 2010

Phaineszai

Moviendo un poco la cabeza a la izquierda, desviando los ojos de la pantalla del ordenador y mirando oblicuamente a través de la ventana del salón veo como a cincuenta metros, al otro lado de la carretera, el movimiento de las copas de las palmeras. El sonido que produce el aire debe ser el mismo que el que entra por las grietas de la persiana de la habitación interior, aquí, a mi derecha, al otro lado del pasillo estrecho. El libro está junto a mi mano, abierto sobre la mesa, con las tapas hacia arriba (debe ser incómodo vivir así), y hay una taza de café bebida junto al del teléfono, en la misma mesa. Moviendo un poco la cabeza a la derecha se puede observar lo que digo. Creemos estar solos y, sin embargo, el mundo nos acompaña con su hablar por signos, un poco como los padres.

La tv también está encendida.

***


Nada considero más difícil que describir o contar lo evidente, lo objetivo.

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