4 de noviembre de 2010

Ich liebe, VI

Un peso profundo viene de la tierra, aquí reseca, feraz en la otra parte, y yo alzo mi mano leve para decir lo que todos sienten y la mayor parte calla.

Yo me acuerdo de esa noche, que fue hace unos años y que tengo que tenerla por aquí archivada, en este cajón desastre, mi desmemoria escrita, ficticia y convenida. Del coche y de la carretera, y de lo que pensaba sobre el viento, que para mí era el mundo y sigue siéndolo: un ruido extraño, un susurro y un abandono. Recuerdo que ya entonces pensé (recuerdo mejor los pensamientos que los hechos, puesto que  a mí no me pasa nada) que de esa impresión que tenía (sentida con algo tan trivial como conducir, cansado y con algo de sueño) la única verdad sería una imposible imagen fotográfica. Porque en algunas fotografías... en algunas de ellas, como si se pagara una deuda de amor, se intuye la vida de otras vidas (por magia se transita de lo íntimo a lo ajeno). Conservo la esperanza de una fotografía de mi vida esa noche (carretera, nubes, un viento exterior), que es mi noche eterna.

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