La conciencia es un gusano metódico.
Un gusano inteligente, por supuesto. Cualquier subterfugio lo advierte. No hay profundidad ni tiempo suficientes para que ella, la maldita recordadora, no lo llene.
El pecado fue el castigo, no la causa del castigo: el saber incluye su condena. Cum-scientia = sine-vita. O sea que la humanidad consiste en angustia, sellada con el sein-zum-tode.
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