Ahora, que no leo a Pavese, le doy la razón.
Aunque se la doy siempre... porque la tiene.
En particular en su furibunda, malhablada, incorrectísima independencia, pretendida más que lograda. Pues Pavese termina en fracaso, y no solamente en una decisión existencial (acerca de su no valor, o no merecer la pena o como se diga).
En los/sus mejores momentos hay una palabra que sintetiza el espíritu pavesiano: asco. No una genérica náusea. De los cuerpos, ¿y por qué no del propio?
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