La utilidad de ciertas lecturas, hechas aprisa y sin el necesario reposo (mal de los lectores compulsivos), está más en las posibilidades que abren que en lo que de momento se cuente en moneda sonora y efectiva---
Vaya esto por L. S. y su lectura de República, ceñida al texto, hasta el punto de que nos obliga a informarnos al respecto, recurriendo a los buenos manuales (lo ideal, en el caso platónico, sería ir directamente a la fuente). Pero ya el planteamiento escenográfico (de L. S.) inicial atrae la atención, y pensamos que se trata de una discusión viva; tanto como los personajes supuestamente secundarios, que no lo son porque no lo son sus cuestiones y puntos de vista. Por eso mismo tenemos que volver a Sócrates ("aunque" sea vía Kierkegaard), y adelantar hacia el liberalismo moderno ("aunque" sea vía Rawls). Al final habrá que volver a L. Strauss, claro. A La ciudad y el hombre y a sus textos sobre liberalismos del pasado y más recientes. Ps. Aunque todo empezó con Allan Bloom (El cierre de la mente moderna), otro lector de la letra, al que me condujo no sé quién, y que luego me llevó a Saul Bellow (Ravelstein).
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