21 de diciembre de 2014

Pues sí, han pasado veinticinco años (un cuarto de siglo; y algunos meses más) desde que murió Th. B.

Thomas Bernhard murió y en soledad y fue enterrado ayer en Viena (El País)
En la necrológica de El País, de donde extraigo el titular, figura este fragmento de Bernhard, siempre en plan alegría de la huerta (lo cual evidentemente, en su caso, sería absurdo):
La muerte, uno de los temas centrales de la vida y obra de Bernhard, jugó un papel determinante, y recuerda el fin de la mujer que amó toda su vida: "Sentía el pulso lento de su mano. Luego más lento, más lento. Todo termina. Todavía tengo su mano en la mía. Llega la enfermera y me dice vuelva más tarde. Me confrontaron inmediatamente con la vida. En silencio me levanté, recogí las cosas. Mientras, vuelve la enfermera y cuelga un número en el dedo de su pie. Me dice: 'llévese también su yogur'. Afuera, los graznidos de los cuervos. En realidad, era como una pieza de teatro".

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