Los físicos que se quedaron en Alemania -comenzando por su patriarca, Max Planck- creían en general que debía aceptarse la discriminación antisemita a fin de que ésta no se recrudeciese. (En El Mundo, sobre un ensayo de Ph. Ball acerca de los físicos - muchos de los más grandes- que permanecieron, por causas y razones más o menos peregrinas, en la Alemania de Hitler)
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