Su pasado no tenía otros datos llamativos que su pertenencia al ejército durante unos años y su estancia en Bosnia, donde intervino como conductor de ambulancias. Quiso ser guardia civil, pero no dio la talla. En realidad, nunca tuvo una actividad demasiado estable: trabajó como conductor y, sobre todo, ayudó como albañil en la construcción de Las Quemadillas. Trabajó mucho para sus padres en la gestión de su patrimonio: el padre había adquirido varias parcelas en Las Quemadillas, que ha ido vendiendo durante los años de la burbuja. Bretón es un hombre ordenado y pulcro con una vida mediocre. Tuvo un primer desengaño amoroso que le llevó a un intento de suicidio. Sus padres no veían con buenos ojos aquella relación: da mucha importancia a la opinión de sus padres sobre las mujeres. Luego llegó su noviazgo... (El país)
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2 de septiembre de 2012
Otra banalidad del mal
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