Da vueltas el animal en torno al centro. Los cangilones suben y bajan llevando siempre la misma agua. Esta no llega a caer, y nada se mueve por su causa. Desde el borde del río se oye el rumor sordo, de la noria que sube, y los gemidos casi apagados del animal que sufre girando, lanzando de arriba abajo, y vuelta a empezar, el agua corrompida.
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