Lo primero, personal, aunque posiblemente fundado en razones no espurias: Si cuando yo estudiaba, c´est à dire, en los lejanísimos años 80 (¿existieron alguna vez?, ¿tú habías nacido?), hubiera tenido internet a mano, yo hubiera seguido siendo un gran, si bien ametódico, lector, naturellement (¿cómo lo dudas, caballero/señorita?). Habría gastado menos dinero y espacio en papel alergénico con el paso inmisericorde de la vida.
Lo segundo, una reflexión sosegada de alcance más universalizable, si bien pasado por el tamiz de la subjetividad de una pequeña existencia tendente al patetismo (de mí hablo, a corazón rendido): Casi seguro que no hay un hacedor de esto (del mundo, me refiero) y casi seguro que hay vida inteligente en otros lugares. Cuestión de probabilidad. Ahora bien: probabilidad, ¿no será otro nombre del dios? Su persona, la máscara de su escondite, teatrero.
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