15 de marzo de 2011

O tempora de m***

Hago un alto en el relativo silencio de los colegiales rellenando su encuesta, mandándoles callar porque les tengo que decir algo importante. Parece que no entienden lo que significan "mandar", "callar" ni "importante". Bajan un ápice el nivel decibélico, un instante, una nada. Sin duda culpa mía, que no les motivo por feo y por malo, y encima filósofo (ahí es ná). Les hablo del extraño "privilegio" que tienen de haber sido testigos mediáticos de la múltiple catástrofe nipona (la verdad es que a veces me parece que hablo y escribo raro). Mis alumnos (puritísima elite, 2ª bach., prásticamente al nivel de Iton) condescienden a mirarme, un ápice, un instante, una nada. Parece que el gato hubiera hablado, maullando a la luna de la noche. Básicamente: no me hacen ni p*** (uñetero) caso. Siguen rellenando con mayúsculo respeto el cuestionario (sobre hábitos de consumo). Pienso, horas después, ay, cuánta razón llevaba el escocés (Hume, David, el filósofo, no el gnomo, no el whisky) aquella vez que le dijo a la vecina que no era más racional preferir la destrucción de una uña propia a la masacre del universo. Après moi...  En ello estamos.

1 comentario:

Eugenio dijo...

Me da pánico la insensibilidad o la tolerancia de los chicos de esa edad a cualquier tipo de imágenes: violencia gratuita, genocidios, catástrofes naturales...

Uno va a clase con la intención de despertar conciencias porque a uno todavía las imágenes le impactan y porque las fronteras de mi mundo no son las de mi i-phone o messenger, y te das de bruces con la fatalidad: usted y nosotros vivimos en mundos diferentes, somos de planetas diferentes.

No ocurre siempre pero cuando ocurre te deja huella.

De todos modos, lo sigo intentando y me llevo sorpresas. Estos días estamos viendo y comentando en clase El desencanto. En principio debería parecerles detestable, blanco y negro, gente vieja, gente loca... Y sin embargo, hablar de la locura y la poesía, del franquismo, del Edipo, de los manicomios, del haloperidol, de la movida... rejuvenece.

Un saludo.