Tranquilízate, por favor.
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Me sale un párrafo especialmente disparatado, un sinsentido casi pleno, del cual me siento orgulloso. El lenguaje burocrático posee esta virtualidad. No nos extraña para nada que Kafka escribiera tan bien. El lenguaje de cualquier poder, desligado del mundo, la escritura al servicio de, puramente instrumental, fluye con una levedad y gracia que logra hacer olvidar su impura y miserable procedencia.
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