Pocas cosas encontrarás más invalidantes que la hesitación. El marasmo que acomete al espíritu que duda, si no se trata de un acto fingido sino, antes bien, de una manifestación autentica de un alma circunspecta, es capaz de destruir el cuerpo y el alma no sólo del paciente sino que también de todos aquellos, inocentes (¿inocentes?), que tienen la mala suerte de encontrarse a su lado.
Duelen los brazos, el pecho, las ideas se tornan espesas y milagro sería que una fatal conspiración (?) de los astros no precipitara a dos infelices indecisos en las delicias infernales de una tardorromántica folie à deux.
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