Encontré esta cita de Thomas Mann que tú, sobre todo tú que me lees, no debes mirar. No lo hagas. No mires.
Haz como si te dieran a ver fantasmas, espíritus de aire, nada bondadosos, seres que te obligan a emprender viajes infecundos. Lo tuyo no debe ser la montaña, el abandono y el desarraigo, sino un mar cierto, la mano cálida y las plazas públicas. Y si vives en una isla, que haya siempre un barco que te devuelva entre las gentes, los amigos. Sobre todo, lo tuyo tiene que ser la risa, una risa arrasadora, compañera del baile y de verbenas. Si la encuentras, no la olvides nunca. Quien te hace reír, un padre, un amigo, alguien desconocido, es una bendición de Dios. Ese día libra de todos los días turbios. No te vas a llevar del mundo otro bien que esa alegría vista (¿quién la podía esperar?) que arrebata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario