El asunto se muestra a una luz por completo diferente: ya no más la naturaleza originalmente pecaminosa del individuo, ni siquiera ese pecado secularizado que tiene que ser enderezado por el poder omnímodo de un monstruo terrenal (Hobbes), sino el burgués pacífico, libre, razonable, etc. etc., todavía no escindido, romantizado, desesperado. El individuo (una sustancia en pequeño), todavía no el héroe ni el único. Ya no más el pecador ni el santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario