Al segundo escaso de efectuar, según todas las reglas al uso, el recambio de bombilla fundida por otra que no, asegurándome de la firmeza de los tornillos, el plafón ha caído vencido por la ley de la gravedad (9, 8 m/s2), pegándome en el hombro (¿en la cabeza?) y un susto muy severo.
La obra de arte entera.
1 comentario:
Tranquilo, un plafón no te matará, a no ser, claro, que los techos de tu casa sean muy altos.
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