Yo amo a Pavese, a Pessoa de otro modo, a Rilke porque me obliga a pensar, y a Platón desde siempre (desde los diecisiete años). Y lo quiero todavía más cuando me parece un caradura, o un actor. ¿Me olvido de Sócrates? En absoluto. Yo no me olvido de un dios ausente y necesario.
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