6 de noviembre de 2010

Ich liebe, VIII

(Aledo, M.) A qué se debe este sol de noviembre. Qué le hemos hecho al mundo que nos concede estas primicias---

¿Han regresado ya los muertos a su paz y su olvido? Se han marchitado las flores y las lágrimas (un hombre nunca es menos hombre cuando llora, lo sé después), y sin embargo el silencio quebranta el mundo.

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De Martin Amis (en el suplemento cultural de La verdad de M.): morirán nuestros padres y nosotros sus hijos, que somos los padres de nuestros hijos, morirán los hijos de nuestros hijos y, lo peor, sus padres. [Pero no recuerdo bien la cita.]

Ningún problema, a la postre. Gracias le sean dadas a Internet:

«Alguien ya no está aquí», escribe Amis. «La figura mediadora, el padre, el hombre que está entre el hijo y la muerte, ya no está; y ya nada volverá a ser lo mismo. Mi padre falta. Pero sé que es normal: todo lo que vive ha de morir, pasar de la naturaleza a la eternidad. Mi padre perdió a su padre, y mis hijos perderán al suyo, y sus hijos (y éste es un pensamiento inmensamente doloroso) les perderán a ellos».

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