9 de enero de 2007

M., mañana

8 de enero de 2007 (A propósito de Maurice Blanchot, El espacio literario)

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Filantropía: tratamiento lobotómico (Egas Moniz) de los trastornos de ansiedad y obsesivo-compulsivos severos. La repetición del pensamiento, la reflexión dañina, debilitante, arraigan en un exceso, material aunque disfuncional, de cerebro. Siempre se ligaron felicidad y tontería!

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(Lord Chandos)

Lo que se dice se separa de quien lo dice, enfrentado a él, opaco -porque es capaz de mirar: el lenguaje cobra vida, resiste. Al mismo tiempo, se produce la idea de otro texto, en un lenguaje perfecto, incipiente. Entre denegación y potencia renovada del habla se traza el círculo poético, el hábitat de la escritura, esa difícil vida hölderliniana desgraciada y piadosa, que se vincula al suelo sagrado: el vacío que (se) dejan hombres y dioses, abandonándose mutuamente.

Esta es una manera de señalar que el amor nunca es más grande que durante el conflicto (activo-reactivo).

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El diario representa el refugio mundano, secular, quotidien, ante el peligro del fuego, y del desierto que ocupa el lugar del fuego: sustitución que se produce cuando ha desaparecido la inspiración divina del poeta y de los hombres. El diario vive de la obra, la que nunca termina, distante. Él, no yo, escribe; yo vivo, a diario.

Pero lo que venía, retórico-dialécticamente, requerido por la tensión humano/divino, a través de la conformación solitaria y enajenada de una obra, que es mucho más que el libro (resultado de la urgencia, del interés), el lugar que la escritura (ah!, de nuevo y condenadamente la escritura) ocupa en la economía vital de nuestro raro personaje (que escribe), dando primores de lo trivial, toda esa tensión interior/exterior, libertad/esclavitud, privado/público, puede acabarse con la llegada de la escritura electrónica. Ésta inscribe sus instantes (¿dónde efectúa ese imposible?) conociendo las redes de instantes (en horizontal) y mirando hacia lo eterno (en vertical): sabe que es imposible, que ya ha perdido, exhibe todo lo que da de sí, sin dejar nada (en el teclado).

La obra no llega, ni es buscada.

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