7 de enero de 2007

¿Sabiduría o locura?; WB

Escuchado: “¿Vds. Son Vds. o son por referencia a otro?”

6 de enero de 2007

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“La verdadera imagen del pasado transcurre rápidamente. Al pasado sólo puede retenérsele en cuanto imagen que relampaguea, para nunca más ser vista, en el instante de su cognoscibilidad. «La verdad no se nos escapará»; esta frase, que procede de Gottfried Keller, designa el lugar preciso en que el materialismo histórico atraviesa la imagen del pasado que amenaza desaparecer con cada presente que no se reconozca mentado en ella. (La buena nueva, que el historiador, anhelante, aporta al pasado viene de
una boca que quizás en el mismo instante de abrirse hable al vacío.” (Walter Benjamin, Tesis..., 5)

Aquí, en provincias, se considera que quizás I. Reguera apuntara en la dirección correcta /link/, que debamos detectar la presencia de una religión académica, una práctica civilizada y muy post de la compasión hacia el ausente (more aproximado al de Derrida, si no me engañó la impresión primera: hacia Paul de Man y Maurice Blanchot).

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De todo esto los chinos poseen muy escasa noticia; aunque el mensaje le estuviera destinado él jamás llegaría a conocerlo por completo, si llegar al centro de cualquier cosa significa acceder a la interpretación correcta, a la ortodoxia.

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“La verdadera imagen...” Es decir, que no constituye objeto/materia de discurso, sino que ahuyenta la reflexión (¿es que ésta se horroriza?). Un objeto que desaparece, si se quiere que no desaparezca del todo, para evitar su ausencia definitiva, debe integrar su propio sentido, ser un fragmento y ser todo, al mismo tiempo. De manera que el historiador viene recargado con las evidencias cartesianas, en los teatros de cristal, donde mejor destellan los fogonazos rápidos, presencias adecuadas a la aprehensión inmediata y sólo a ella. Sin embargo, no se ve cómo se puede hacer discurso comunicable de aquello que se ha negado, por principio, que lo sea; si lo que decimos sobre los hechos históricos debe, finalmente, establecerse como verdad. Por esa razón existe el peligro de no ser escuchada, de quedarse en lenguaje para nadie, y tener que enmudecer. Además, si el alcance de esa verdad es universal, constitutivo, se corre el peligro de permitir la extensión del mal.

Aunque el auditorio, la actualidad, ya se muestra dispuesto a no acoger otro tiempo que el de sus intereses, inmediatos.

La Tesis 6 recuerda las obligaciones: la transformación moral de los hechos en recuerdos, la conversión dialéctica de lo positivo para dar con su verdad encerrada; convocados de improviso por la urgencia histórica.

Una cuestión: una lectura actualizada y ¿edulcorada? de las palabras de Benjamin, ¿pasaría por la aplicación política y partidista del deber hacia las víctimas, i.e., la posición de la memoria histórica como mandato moral?

No se entiende que ese imperativo de recuerdo y justicia sea inadecuado, al contrario: en tiempo de dioses huidos es bueno ponernos límites, trascendencias, aunque sean del tiempo. (También la lengua es de los muertos, y es lo mejor que tenemos, la presencia de su voz ausente: a la imposibilidad de pensarlo la denominamos sistema, langue.) Mi duda es acerca de las posibilidades y la misma legitimidad de dejar el deber total, la compasión y la justicia, a las partes que tienen que administrarlo (las leyes morales tienen que escribirse en leyes civiles/políticas si los deberes de humanidad tienen que conservar algún sentido); dejar lo eterno en el tiempo. La guerra de las esquelas representa un resultado absurdo (con todo mi respeto), trágico, de intentos demasiado apresurados de dar la palabra ahora a quien la perdió. Yo también tengo familiares que la perdieron, y no me queda más remedio que vivir con la imposibilidad de saber lo que pasó (pues sólo conocí esto cuando ya no podía pedir información detallada a quien me lo contó). Pero en todo esto no creo que deban jugar los parlamentos, a destiempo y cambiantes, sino la conciencia madura. Creo que se la sirve mejor (¿no se trata de eso?) cumpliendo lo que me parece la primera obligación, premoral incluso: la intención de verdad y conocimiento. Los errores ya llegarán solos.

Pero no conozco la lectura/aplicación de Reyes Mate.

1 comentario:

conde-duque dijo...

Paras mí, el gran problema de todo este planteamiento (tanto de Benjamin como de sus versiones edulcoradas) es que los polos vencedores/vencidos son siempre relacionales, y-en ciertos casos, al menos- están sujetos a interpretación y pueden cambiar con el tiempo; ¿cómo fundamentar, entonces, todo un discurso moral sobre una parte (que además puede cambiar)?
Los términos víctimas/verdugos quizás sean más objetivables, siempre teniendo como referencia última los hechos (no los recuerdos de las distintas memorias, que son muy volátiles).
El término "memoria histórica" es, cuando menos, complicado (apunta a una contradicción interna).
En cuanto a las pretensiones actuales, parece que algunos sólo quieren tener memoria histórica para los vencidos de la guerra civil, pero no para las víctimas de ETA, y otros al revés. ¿Por qué escoger a unas víctimas y obviar a las otras? Salvo casos muy extremos, víctimas hay en casi todos los lados... En fin, todo depende el criterio.
Seguimos en el mismo punto fastidioso: "todo es relativo".