Encadenados, la contribución hichcocktiana (1946) al asunto de la pervivencia espiritual del nazismo, en Brasil además. Como siempre, o casi, los hombres malvados se muestran como los seres galantes, personalmente inocentes, enamorados de la belleza. Por contra, los portadores y portavoces del bien, en esta ocasión Cary Grant, son fríos y manipuladores. En el caso de James Stewart, directamente palurdos y pardillos, víctimas natas. Complejos de Alfred Hitchcock, me supongo. Que el antagonista del bien y la democracia esté encarnado por Claude Rains (Casablanca) aporta un indicio más de la influencia del legendario film en el cine del director británico. Atiéndase al lugar de Marruecos en El hombre que sabía demasiado. Los enemigos cambian a lo largo de la cinematografía, los escenarios se conservan; los triángulos de amor o de interés, así como el lugar de la mujer-madre, también se mantienen.
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