¿Cuándo, en qué momento, se transformó la bella pasividad de la teoría, el espejo capaz de incendiar el alma del discípulo si este viene con voluntad y asombro, en el isomorfo de la actividad fabril? ¿Fue con la sustitución de un concepto de inteligencia anclado en la prudencia clásica, como una potencia unificada capaz de desplazar sin solución de continuidad al ser humano desde el ámbito privado al público, un concepto apenas escindido con la diferencia entre razón teórica y práctica, aunque de esto ya no estoy tan seguro, por otro bien diferente, y operativo para los fines propuestos, que mide el rendimiento por unidad de tiempo fijo, y que no se desempeña en público y con argumentos que trasladan razones, sino que es valorado por médicos especialistas en IQ, como si de algún modo la mente pudiera estar vinculada con la condición de un animal enfermo?
Se pueden quitar las interrogaciones, la verdad...
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