Luego está lo de las elecciones. Preocupante todo.
La necedad de los seres humanos, su vana presunción, no hace más que empeorar la situación, el arrojamiento de los seres al mundo, la sujeción a la ley de muerte como pago por la injusticia de existir, de venir al ser y desordenar la indiferenciación del comienzo (algo así sostenía Anaximandro), que no se cifra, el comienzo de todo, en caos sino en felicidad...
Conocemos incluso a las personas que colaboran en esa ley de la naturaleza que no guarda misericordia.
Lo terrible es que los pequeños seres se quiebran
definitivamente con el más tenue
lamento, no con un grito desolado, con un desgarro que abriera estrellas. Un
chillido de incomprensión y ya está. Los adultos contemplativos padecen la
misma incomprensión. Aunque se advierte demasiado tarde, una vez que el sol se
ha puesto. La lechuza avisa del peligro. Es lo que sabemos.
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