Inspiración, rigor, elegancia... podrían ser los trascendentales de la belleza físico-matemática.
Si pudiera pensarse en una historia social de la ciencia en la que no se partiera de las solicitaciones de lo social, de la industria, de la milicia... sino que se pretendiera observar la acción plástica, demiúrgica, platónica de las ideas científicas en la moderna civilización, entonces estaríamos en condiciones de comprender realmente ese extraño vocablo, Ge-stell.
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