Preséntase al creyente la continuidad de un sentido. El escéptico, por su parte, se encuentra ceñido a la posibilidad de una intervención a saltos de la trascendencia. De tal manera que para no seguir confiando en la permanencia del milagro se acaba haciendo como que se confía en el milagro cuántico.
Vivir en el abismo: al cabo solo lo contingente parece necesario.
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